Es difícil encontrar argumentos cuando personas comunes y
corrientes (es decir, que no siguen de cerca lo que sucede respecto al COVID) te hacen preguntas del tipo: ¿cómo es que abren los centros
comerciales y no las Iglesias? ¿cómo es que los restaurantes sirven licor,
mientras los bares están prohibidos? ¿cómo es que se pretenden abrir los
casinos, las bibliotecas y no las universidades y colegios? ¿cómo es que
Colombia teniendo más muertos diarios por COVID ya empezó las clases
presenciales y Perú las posterga para marzo del 2021?
El lenguaje que está utilizando el presidente Vizcarra y
todo su séquito es bastante particular: auguraron un rebrote para fines de septiembre
(que no se dio), luego para inicios de octubre, máximo quincena (que tampoco se
está dando), y ahora resulta que el rebrote vendrá para diciembre (ojalá que
luego lo muevan nuevamente, pero pasando fiestas). Y a uno no le queda más que
sorprenderse, por lo menos.
La idea de las cuarentenas y las restricciones tuvieron un
fin, que fue el de ganar tiempo para ampliar la capacidad hospitalaria. Sin
embargo, el número de camas UCI de uso exclusivo para COVID han ido
disminuyendo o, en el mejor der los casos, se han mantenido, sorprendentemente.
¿No era la idea ampliar la capacidad real hospitalaria?
Se empieza a escuchar fuerte que en el Perú no habría rebrote,
y para esto será importante seguir de cerca los casos de Loreto (que aún está
tranquilo) y Manos en Brasil (que muestra un repunte en los contagios, pero no
aún al nivel de principios de año). Sin embargo, de no darse este rebrote estrepitoso
como sucede en Europa, ¿será gracias al presidente, a su ministra o al propio
virus que ya se encargó de expandirse lo suficiente para no poder contagiar más
y en masa? Estamos a la espera de más datos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con “adjetivos” insultantes serán borrados.