La mentalidad totalitaria

Si alguien quiere creerle que va a gobernar con arreglo a las leyes del mercado y dentro de los cauces constitucionales, está bien: ser caído del palto (como el Nobel), y persistir en serlo, es un derecho constitucional; pero no debemos olvidar que la mentalidad totalitaria, por propia naturaleza, no renuncia nunca al objetivo de la dictadura. Al principio se sirve tácticamente de todos, pero cuando la relación de fuerzas cambia a su favor, prescinde de todo lo que le estorba. Quienes, como Toledo, albergan la esperanza de poder condicionarlo, cometen un error: ¡La mentalidad totalitaria es irreformable! Usar, exprimir y, luego, desechar, es lo único que sabe hacer bien un totalitario. A la larga, los únicos que sobreviven en su entorno son los que obedecen, los que responden a su influencia y se inclinan ante ella. Nunca un autoritario podría admitir que la independencia, el espíritu crítico y la honestidad intelectual son virtudes. Por esto, siempre la terminan cag...
Afortunadamente, no es ningún misterio cómo el totalitarismo teje su red: primero apunta al control de las Fuerzas Armadas y Policiales, luego se toma un tiempo para construir mayorías dóciles en las instituciones fundamentales y, finalmente, arremete contra los medios de prensa, que son el verdadero enemigo a vencer. Después todo será fácil, siempre que haya dinero para corromper al populacho. Ojalá me equivoque; pero me basta mirar al personaje para saber que la tentación totalitaria está allí... como los ojos de un depredador en la sombra.
Fuente: Correo (Perú)
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