Pulso Perú es una iniciativa de Sin Medias Tintas
(Frecuencia Latina), Datum y Perú 21, que pretende básicamente analizar lo que
sucede en el país desde el punto de vista estadístico. Siempre sirven las
cifras, son de mucha utilidad, aunque no siempre se coincide en las causas.
Un claro ejemplo de esto es lo que afirmó Fritz Du Bois: la caída
de la popularidad de Ollanta Humala se explica por el mal manejo económico y el
lio de la compra de Repsol. ¿Cómo así? Cuesta creer que un país nuestro haya
estado informado de las implicancias de esta fallida operación. La mayoría no
pasa de ver Esto es guerra, Combate o Al fondo hay sitio.
Lo que sí resulta cierto es que Ollanta Humala se abrió
muchos frentes: con los universitarios, con los trabajadores estatales y con la
prehistórica izquierda. Si a esto sumamos el flojo manejo económico (muy por
debajo de las cifras a la que estábamos acostumbrados con Alan García) y la inseguridad
ciudadana, tenemos un resultado que incluso es superior al que tuvieron García y Toledo, algo que puede servirle de consuelo al presidente, de momento.
El gobierno debería considerar que echarse para atrás – a
estas alturas del partido –ya no le suma, sino al contrario, le resta. Si ya
decidió ponerse la camiseta del servicio civil, de la ley universitaria y de
Conga (aludimos con este término al sistema económico, no a la empresa de los
Benavides), pues que siga adelante, asumiendo las consecuencias (¿qué personaje
histórico no tuvo que afrontarlos?). Es difícil negociar con estudiantes
universitarios afiliados a Patria Roja, trabajadores estatales controlados por líderes
pseudocomunistas y presidentes regionales en campaña. Mostrar firmeza es quizá
uno de los tantos clamores populares.
Esperemos que la popularidad de Nadine Heredia siga cayendo,
pues bastante daño le ha hecho al país con esto de la reelección conyugal. Negarlo
categóricamente (como hizo hace poco) hubiese sido mejor antes, cuando comenzó
a armarse el circo. Ahora es tarde y los daños están hechos. Como ya dijo Aldo, se comienza a formar una
boca de lagarto en la popularidad de la primera dama, y esto, aunque parezca
malintencionado, ayuda a enfriar la cabeza a tanto político que se cree
imprescindible.
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