Seguramente más de uno habrá escuchado que las campañas políticas en Colombia son tan nefastas como en Perú: Se promete de todo; se compra de todo (inclusive los votos) y se hace de todo con el fin llegar a algún puesto público – y en el mejor de los casos– a la presidencia.
En este contexto debemos asumir que algo anda mal en las elecciones de allá, y la culpa no necesariamente es del “método estadístico”. No podemos, de ninguna manera, atribuir la culpa a las encuestas, ya que de ser así, mucha información en el mundo perdería su valor. Seguramente la más complicada de las encuestas son aquellas vinculadas a los intereses políticos, ya que por su valor mediático muchas veces es “tentado” para modificar valores, parcializarse o, en buen cristiano, venderse. Es decir, pierde la imparcialidad que requiere todo análisis de rigor que alimente a la estadística, y es por este motivo que las “encuestas políticas” son las menos creíbles en el mundo del cálculo estadístico (deja de ser encuesta).
Algunos podrán alegar que todas las encuestadoras daban un empate técnico a los dos candidatos favoritos en Colombia (Antanas y Mockus), pero en un país donde los intereses son grandes, vale la pena gastar en grande. O tal vez la “compra de votos” fue masiva y terminaron reconfigurando el escenario previsto por las encuestadoras. Sea una cosa u otra, estoy convencido de que los resultados de las encuestas y el resultado en las urnas dependen mucho de la madures política de su población. En fin, ¿Qué será, que será?
Asumiendo que las cosas fueron hechas como Dios manda. Entonces podemos decir que Álvaro Uribe si pudo transmitir con éxito los logros de su gobierno al candidato oficialista, Juan Manuel Santos. Mockus, por su parte, tiene que replantear seriamente su estrategia, ya que si los resultados fueron tan “contundentes” es porque algo, efectivamente, hizo mal (¡yo sé qué no hizo bien!).
No es descabellado, no obstante todo lo que dije, que Santos tenga tanto apoyo. Las encuestas evidencian un fuerte apoyo por el candidato oficialista en los lugares más afectados por la guerrilla. Mientras Mockus parece haberse confiado en el voto de las juventudes urbanas y románticas, las mismas que son tan reflexivas e indecisas para votar. ¡Está comprobado! El voto duro es aquel sector humilde que menos oportunidades tuvo, como pasó (y pasa) en el Perú con los fujimoristas.
Ahora que ya tenemos un escenario definido, y que sabemos que Mockus no logra ni la mitad de los votos que obtuvo Santos, podemos jugar un poco con los números: Juan Manuel Santos (46.57%), Antanas Mockus (21.48%), Germán Vargas (10.14), Gustavo Petro (9.16) y Noemí Sanín (6.14%). “Suponiendo” que Mockus lograra una alianza con los tres candidatos (Vargas, Petro y Sanin), obtendría mas un menos un 46%; es decir, lo mismo que Santos sacó en primera vuelta. Sin embargo, ese escenario es imposible. Aquí les doy algunos posibles:
Recordemos pues que Germán Vargas apoya la reelección de Uribe para el 2014 y que su posible apoyo sea para Santos, ya se sumaria más del 50%, y hasta aquí la cosa parece ya definida. Mockus, por su lado, obtendría el apoyo del izquierdista Gustavo Petro (9.16) y obtendría mas o menos 30.64%. Noemí Sanin, la quinta más votada no parece tan decidida, pero probablemente opte por Santos (la presión del poder). En esta figura todo parece concluido.
Suponiendo que los votos de Vargas Lleras se dividan (como muchos sostienen) en dos frentes: Los que apoyan a Santos y los que apoyan a Mockus. Entonces Antanas obtendría – con el apoyo de Petro, Santos y Noemí –a lo más un 40%.
Así las cosas, todo ya parece dicho, pero en política todo puede pasar. Si los resultados hubieran dado un empate técnico –como sostenían las encuestadoras –las alianzas serian sumamente importantes en esta segunda vuelta. Sin embargo, dado la enorme ventaja de Santos, esto de las alianzas pierde, de alguna manera, su valor inicial.
En este contexto debemos asumir que algo anda mal en las elecciones de allá, y la culpa no necesariamente es del “método estadístico”. No podemos, de ninguna manera, atribuir la culpa a las encuestas, ya que de ser así, mucha información en el mundo perdería su valor. Seguramente la más complicada de las encuestas son aquellas vinculadas a los intereses políticos, ya que por su valor mediático muchas veces es “tentado” para modificar valores, parcializarse o, en buen cristiano, venderse. Es decir, pierde la imparcialidad que requiere todo análisis de rigor que alimente a la estadística, y es por este motivo que las “encuestas políticas” son las menos creíbles en el mundo del cálculo estadístico (deja de ser encuesta).
Algunos podrán alegar que todas las encuestadoras daban un empate técnico a los dos candidatos favoritos en Colombia (Antanas y Mockus), pero en un país donde los intereses son grandes, vale la pena gastar en grande. O tal vez la “compra de votos” fue masiva y terminaron reconfigurando el escenario previsto por las encuestadoras. Sea una cosa u otra, estoy convencido de que los resultados de las encuestas y el resultado en las urnas dependen mucho de la madures política de su población. En fin, ¿Qué será, que será?
Asumiendo que las cosas fueron hechas como Dios manda. Entonces podemos decir que Álvaro Uribe si pudo transmitir con éxito los logros de su gobierno al candidato oficialista, Juan Manuel Santos. Mockus, por su parte, tiene que replantear seriamente su estrategia, ya que si los resultados fueron tan “contundentes” es porque algo, efectivamente, hizo mal (¡yo sé qué no hizo bien!).
No es descabellado, no obstante todo lo que dije, que Santos tenga tanto apoyo. Las encuestas evidencian un fuerte apoyo por el candidato oficialista en los lugares más afectados por la guerrilla. Mientras Mockus parece haberse confiado en el voto de las juventudes urbanas y románticas, las mismas que son tan reflexivas e indecisas para votar. ¡Está comprobado! El voto duro es aquel sector humilde que menos oportunidades tuvo, como pasó (y pasa) en el Perú con los fujimoristas.
Ahora que ya tenemos un escenario definido, y que sabemos que Mockus no logra ni la mitad de los votos que obtuvo Santos, podemos jugar un poco con los números: Juan Manuel Santos (46.57%), Antanas Mockus (21.48%), Germán Vargas (10.14), Gustavo Petro (9.16) y Noemí Sanín (6.14%). “Suponiendo” que Mockus lograra una alianza con los tres candidatos (Vargas, Petro y Sanin), obtendría mas un menos un 46%; es decir, lo mismo que Santos sacó en primera vuelta. Sin embargo, ese escenario es imposible. Aquí les doy algunos posibles:
Recordemos pues que Germán Vargas apoya la reelección de Uribe para el 2014 y que su posible apoyo sea para Santos, ya se sumaria más del 50%, y hasta aquí la cosa parece ya definida. Mockus, por su lado, obtendría el apoyo del izquierdista Gustavo Petro (9.16) y obtendría mas o menos 30.64%. Noemí Sanin, la quinta más votada no parece tan decidida, pero probablemente opte por Santos (la presión del poder). En esta figura todo parece concluido.
Suponiendo que los votos de Vargas Lleras se dividan (como muchos sostienen) en dos frentes: Los que apoyan a Santos y los que apoyan a Mockus. Entonces Antanas obtendría – con el apoyo de Petro, Santos y Noemí –a lo más un 40%.
Así las cosas, todo ya parece dicho, pero en política todo puede pasar. Si los resultados hubieran dado un empate técnico –como sostenían las encuestadoras –las alianzas serian sumamente importantes en esta segunda vuelta. Sin embargo, dado la enorme ventaja de Santos, esto de las alianzas pierde, de alguna manera, su valor inicial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con “adjetivos” insultantes serán borrados.